¿QUÉ VENTAJAS TIENE SER UN CONSUMIDOR
INTELIGENTE?
Por AQUILES JULIÁN
Especialista en redes de negocio de la nueva economía / 829-766-6156
Email: triunfar.org@gmail.com
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“La Ley de la Compensación es la ley
que dice que si la educación y la experiencia van en aumento, la compensación
también lo hará”.
Robert Kiyosaki
Hemos dicho ya que el sistema educativo tradicional,
creado y desarrollado tras la revolución industrial del siglo XVIII (aunque
usted no lo crea, antes no existía educación pública ni sistema educativo
alguno. A los terratenientes feudales no les interesaba que los campesinos se
alfabetizaran, aprendieran a escribir, leer o pensar. Los querían mansos,
dóciles, analfabetos, sometidos a las rutinas tradicionales de cultivo, atados
a la tierra, ineptos para vivir en ciudades, repitiendo las rutinas de cultivo
transmitidas de generación en generación y pagando sus tributos), fue concebido
con dos objetivos primordiales que se mantienen hasta ahora:
1.
Suplir
mano de obra calificada a la industria y negocios en la forma de personal
gerencial, de supervisión, técnicos, obreros calificados, personal de oficina,
etc.
2.
Proporcionar
consumidores para los productos y servicios de esas industrias y negocios, de
manera que devolvieran a sus empleadores el dinero que estos les pagaban al
comprarle los productos.
De ahí que ese sistema educativo no forma consumidores
inteligentes sino consumidores pasivos, tradicionales, que compran por
costumbre, por moda, influidos por la publicidad, repitiendo lo que vieron comprar
en sus hogares y atados a marcas, sin evaluar el costo por uso, sino dejándose
engañar por los supuestos precios bajos y las ofertas.
La publicidad, el merchandising, el mercadeo, la
promoción de ventas y otros recursos comerciales se esmeran en influir sobre
los ciudadanos para llevarlos a gastar en provecho de las industrias y
comercios los salarios que les fueron pagados. Así se mueve la economía.
¿QUIÉN DEFIENDE AL CONSUMIDOR?
Al no ser educado para proteger su dinero, cuidar lo
que consume, evitar químicos tóxicos, descartar productos dañinos a la salud
familiar o el medio ambiente, etc., el consumidor tradicional o común queda a
expensa de la buena fe de comerciantes, fabricantes, gobiernos y burócratas.
Pero eso es muy riesgoso.
Hay muchos comerciantes y fabricantes inescrupulosos,
gobiernos irresponsables y burócratas venales.
Pero la ignorancia, el descuido y la indolencia, los
tres azotes que golpean al consumidor tradicional, esquilman su bolsillo,
destruyen su salud, agrietan su economía y dañan el medio ambiente.
Sólo un consumidor informado, educado, consciente y
activo podrá evitar el tremendo saqueo de su dinero que se protagoniza una y
otra vez en perjuicio propio.
Al consumidor sólo lo puede defender él mismo.
Y la única manera de hacerlo es a través de la
educación.
Necesita convertirse en un consumidor inteligente de
manera urgente.
¿CÓMO ACTÚA UN CONSUMIDOR INTELIGENTE?
Un consumidor inteligente sabe que comerciantes,
fabricantes y hasta el propio gobierno mediante los impuestos, buscan
apoderarse del dinero de su salario dándole el menor valor posible.
Así que su tarea es defender el poder de compra de su
salario.
Para defender el poder de compra de su salario, el
consumidor inteligente se ocupa de evaluar con la mayor conciencia posible los
7 criterios de decisión que revisa antes de seleccionar una marca. Esos
criterios son:
1.
Costo
por uso
2.
Duración
3.
Calidad
/ desempeño
4.
Ingredientes
5.
Garantía
6.
Riesgo
por uso
7.
Inocuidad
Veámoslos uno por uno.
COSTO POR USO: El
precio es una engañifa, una trampa para bobos. El verdadero costo de un
producto se obtiene dividiendo su precio entre el número de usos que
proporciona. Un lapicero que nos cuesta $60 pesos, pero sólo nos permite usarlo
20 veces moderadamente pues se tranca y deja de funcionar, tiene un costo por
uso de RD$3 pesos, resultado de dividir los $60 pesos entre los 20 usos. Otro
lapicero que nos cuesta $90 pesos pero que nos permite usarlo moderadamente 130
veces tiene un costo por uso de $0.69 centavos que es significativamente más
económico que el lapicero de $60 pesos. Al evaluar de esta manera los productos
nos daremos cuenta cómo nos despluman de nuestro dinero con productos
aparentemente “baratos” pero en realidad carísimos porque tiene un costo por
uso alto con respecto a otros. Piense esto, en lo que se consumiría un solo
lapicero de $90 pesos se comprarían 4 lapiceros de $60 pesos, es decir, se
gastarían $240 pesos donde otro sólo gasta $90 pesos.
Esto no se nos enseña porque a la industria y al
comercio no les conviene que lo sepamos, sino que sigamos cayendo en la
superstición del precio barato.
DURACIÓN: Los productos han
sido diseñados para que se requiera una mayor cantidad de los mismos para
obtener un resultado mínimamente satisfactorio, de manera que se gasten rápido
y obliguen a una pronta reposición. La gente va dos y tres veces a la semana al
supermercado y lo ve como normal, porque cuando no se acaba un producto se
acaba el otro, y de paso se hacen compras impulsivas no previstas. Hay un costo
de tiempo, combustible, desgaste de vehículo, etc., que comprar productos que
duren 3, 4 y hasta 6 meses o más, dependiendo del número de familiares en un
hogar, economizan. Los productos de mayor duración ahorran no sólo dinero. Nos
sacan de esas visitas inducidas a los supermercados a comprar productos para
reponer porque se acaban casi al abrirlos.
CALIDAD / DESEMPEÑO: La
calidad de un producto tiene que ver con qué tan eficiente el producto hace lo
que se supone que debe hacer, aquello para lo cual se fabricó y para la tarea
que lo compramos. La calidad tiene que ver con factores como ingredientes
adecuados, tecnología de fabricación, estándares de calidad, envase apropiado,
fórmulas exclusivas, cantidad de producto requerido para lograr el resultado,
peligro de uso, cuidado a los utensilios o artículos sobre los que se usa el
producto, etc. La calidad y el desempeño se entienden mejor cuando se comparan
unas marcas con otras en función de costo/beneficio y se observan los
resultados directos e indirectos de su uso. No nos entrenan para prestar
atención a la calidad y el desempeño, pero son vitales en la protección de
nuestro poder de compra.
INGREDIENTES: Muy
vinculado a la calidad y el desempeño están los ingredientes y las fórmulas
exclusivas, las patentes y otros factores de producción. Los ingredientes
pueden ser tóxicos o inocuos para la salud, corrosivos o inofensivos, agresivos
o amigables a los usuarios, las personas y el medioambiente. Los fabricantes y
comerciantes quieren que nos dejemos embobar por las marcas, la publicidad, el
diseño, las frases simpáticas o sagaces,
los colores, etc., y no reparemos en sus ingredientes, fórmulas y
niveles de riesgo por uso. El asunto es que la salud personal es afectada por
los ingredientes y que ni las marcas, ni la publicidad, ni el diseño, ni las
frases simpáticas o sagaces ni los colores son antídotos ni sirven para nada en
restaurarnos del daño que los ingredientes tóxicos, agresivos y dañinos nos
pueden provocar. Hay que leer los ingredientes y buscar información sobre
ellos. Podemos estar envenenándonos sin que nos demos cuenta por descuidados.
GARANTÍA: ¿Qué garantías nos
dan el comercio o el fabricante de que su producto cumple la función para la
cual lo adquirimos, que está vigente y que nos reembolsará el dinero si está
vencido o no funciona para lo que lo compramos? En el comercio tradicional poca
o ninguna. La gran ventaja de las compañías de nueva economía es que respaldan
sus productos con una garantía total, al 100% , por seis meses, 180 dís,
incluso si el producto está usado o abierto.
Nadie, salvo empresas de la nueva economía, que saben
la calidad y el desempeño de sus productos, es capaz de brindar ese grado de
garantía. Son las marcas que más defienden el dinero del comprador.
RIESGO POR USO: Muchas
personas están empleando productos con ingredientes que de forma taimada y
sutil van deteriorándoles la salud y dañando sus órganos. Y no advierten a los
usuarios de los riesgos por exposición, manejo o contacto prolongado con
sustancias que pueden penetrar al cuerpo por inhalación, a través de la piel o por
la boca. Tomen por ejemplo el cloro, un cancerígeno. El cloro es un gas, no un
líquido. Cuando nos da “olor a cloro” en realidad estamos inhalando cloro. Como
es muy agresivo, se deben proteger las mucosas y la piel del contacto con el
cloro. Pero aquí se trapea con cloro, se usa cloro para “lavar” vegetales e
incluso hay quienes lo usan para fregar, no digamos su uso tradicional como
blanqueador de ropa blanca al lavar. ¿Resultado? Una altísima exposición al cloro y mucho perjuicio para la salud de
las que no son conscientes las que usan y abusan esa sustancia dañina como la
que más.
INOCUIDAD: ¿Qué
tan inocuo es para las personas, las plantas, los animales, la vida silvestre,
la atmósfera, los ríos y mares y la tierra un producto? El grado de inocuidad
es importante. Un consumidor inteligente es un consumidor responsable frente a
sus hijos, su familia, sus congéneres y la sociedad. Sabe que los químicos
tóxicos, agresivos y dañinos no sólo afectan la salud propia y familiar:
también envenenan la vida silvestre, perjudican a la flora, la fauna, dañan los
ríos, manantiales y mares, al igual que dañan la atmósfera o la calidad de la
tierra. Un consumidor inteligente no participa del suicidio medioambiental en
que se involucra inconscientemente el consumidor comercial tradicional. Velar
por productos inocuos, amigables al medioambiente y a la ecología es otra cualidad
de un consumidor inteligente.
Si repasamos esos 7 criterios de decisión que permiten
a un consumidor inteligente actuar con conciencia en vez de actuar manipulado a
control remoto por intereses non sanctos a través de las técnicas de influencia
comercial como la publicidad, el merchandising, el diseño, la promoción de
ventas, el packaging, etc., vemos que hay grandes beneficios en convertirse en
un consumidor inteligente.
Es una diferencia que puede hacer la gran diferencia
en nuestra salud, nuestra calidad de vida y nuestras familias y la sociedad.
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